JÜRGEN KLOPP


Liverpool, 2015-Presente

El Perfil:

Jürgen Klopp es ahora no solo el último entrenador que le ha negado el triunfo al Bayern de Múnich en la Bundesliga, sino que se ha convertido en el primer director técnico que lleva al Liverpool a coronarse por primera vez como campeón de la Premier League, destronando al Manchester City, equipo considerado previamente como el mejor que se haya visto en la historia de la competencia. Desde que sustituyó a Brendan Rodgers en 2015, Klopp ha transformado rápidamente al club, llevándolo a dos finales consecutivas en la Champions League (ganando la segunda, en 2019), el título en el Mundial de Clubes y logrando el tan largamente esperado triunfo en la división de honor del fútbol inglés.

Su reclutamiento de Mo Salah, Andy Robertson, Virgil van Dijk y Alisson Becker ha sido tan importante como admirable y también ha desarollado el talento de Trent Alexander-Arnold y Joe Gomez, y reinventado a Roberto Firmino y Jordan Henderson.  “Cuando Jürgen Klopp fue nombrado como entrenador del Liverpool, dije que todos deberíamos asegurarnos bien el cinturón porque lo que vendría sería una montaña rusa”, dijo Kenny Dalglish, el último entrenador que llevó a los Reds al título en la máxima categoría del fútbol inglés. “Bueno, ciertamente lo ha sido. Ha revitalizado este magnífico club de fútbol y ha significado una bocanada de aire fresco. Es el triunfo lo que cuenta”.

Estilo de juego:

Cuando Klopp llegó a Anfield, el Liverpool utilizaba más consistentemente un 4-2-3-1, construido sobre un doble pivote en mediocampo. Aplicaban la contrapresión preferida por el entrenador alemán – sus cuatro atacantes encabezaban regularmente la presión tras pérdida, aplicada con una gran agresividad – y por lo tanto planteaba su mayor amenaza en las transiciones.

Lo que se ha visto desde entonces es una gradual evolución que ha transformado al Liverpool no solo en un equipo capaz de ganar la Champions League y su primer título en la Premier. El cambio más significativo ha sido en torno a la variedad de su juego de posesión de su 4-3-3 desde el comienzo de la temporada 2018/19. Los Reds siguen siendo extraordinariamente efectivos en las transiciones, pero se han vuelto cada vez más capaces de dominar la posesión.

Utilizar a Robertson y Alexander-Arnold como laterales altos ha contribuido a que Sadio Mané y Salah puedan operar en zonas interiores, donde se combinan con el igualmente influyente falso ‘9’ Firmino. El internacional brasileño ha crecido en su juego al retrasar su posición (abajo) para crear superioridades dentro del mediocampo y facilitar el juego combinativo. Los ataques de Robertson y Alexander-Arnold son cubiertos por los centrocampistas, quienes también trabajan para apoyar a los defensas centrales en la construcción de juego desde atrás.

El equipo había alcanzado la sexta Copa de Europa, pero el título de la liga inglesa seguía siendo la gran tarea pendiente, así que Klopp exigió que su equipo volviera a evolucionar. Desde entonces desarrollaron un comportamiento asimétrico que incluye el desdoble más avanzado de Robertson para aprovechar su capacidad de tener la posesión en sus avances, y con Alexander-Arnold centrando desde una posición más retrasada con su gran variedad de envíos.

Por consiguiente, Mané se ha desplazado permanentemente hacia el canal izquierdo, y Salah rota entre estar situado en banda para buscar la diagonal al centro y el posterior disparo con pierna izquierda o desarrollarse como delantero central cuando Firmino retrasa su posición.

Un cambio adicional puede verse en el centro del mediocampo. El volante derecho – más frecuentemente Jordan Henderson – tiene una mayor libertad de avanzar para desdoblarse por delante de Salah (abajo) o para dar apoyo a Firmino. Mientras, el volante izquierdo sigue dando prioridad a la cobertura de Robertson, y formando un doble pivote con el mediocentro defensivo titular– normalmente Fabinho – por detrás de la primera línea de presión.

Más allá de toda su visión y flexibilidad, y el hecho de que gran parte de su reputación está construida sobre su carisma y la presión tras pérdida que desde hace tiempo ha sido sinónimo de su tipo de fútbol, el sello de la dirección de Klopp es quizás su capacidad de lograr dar equilibrio a equipos desbordantes en calidad ofensiva, como así ha sido en el Borussia Dortmund y el Liverpool. Cada posición en el campo es ocupada por un jugador que es capaz de contribuir en el último tercio de campo.

También las piezas en defensa. La precisa distribución de juego del portero Alisson tiene la misma probabilidad de desencadenar un contragolpe como de crear la primera parte de una acción en profundidad desde atrás. Van Dijk representa una importante amenaza área a balón parado, y su compañero en el centro de la zaga, Joe Gomez, tiene la habilidad de enviar largos y precisos saques de banda. Acompañados estos por Robertson y Alexander-Arnold, quizás la mejor pareja de laterales ofensivos del mundo.

Más adelante, si el Liverpool juega con un solo pivote en medio campo, Fabinho o Henderson, tiene la visión y la capacidad de filtrar balones entre líneas para ofrecerse después en carreras avanzadas. Los volantes juegan de manera consistente, conjugando energía con velocidad y en constante movimiento para crear espacios para los jugadores que tienen a su alrededor.

Fase defensiva y presión:

La presión tras pérdida del entrenador alemán siempre ha representado una herramienta de ataque que busca realzar la potencia de sus equipos, en vez de simplemente intentar fortalecer su defensa o tomar posesión del balón. Defensivamente, el Dortmund era un equipo sólido cuando formaba un bloque bajo que invitaba al rival a ir hacia delante y, desde zonas más retrasada que lo visto más frecuentemente en el Liverpool, atacar los espacios que dejaba el rival.

Esa presión tras pérdida se centraba en recuperar la posesión en posiciones avanzadas; cuando el rival desarrollaba el ataque, y por lo tanto, era más vulnerable y dejaba más espacios. Al dar prioridad en la presión al portador del balón (arriba), los equipos de Klopp ofrecen diferentes dinámicas en la presión que implican acorralar e intimidar con varios jugadores y su energía, lo que a menudo cierra las posibles ayudas al portador del balón.

Planteamientos más habituales incluyen concentrarse en intercepciones y generar situaciones para forzar el error del rival o presionar con agresividad y un deseo de encarar duelos directos con jugadores. A todo esto, el Liverpool ha introducido un elemento adicional ofensivo alrededor de esa presión tras perdida. El equipo se ha vuelto especialmente acertado en asegurar la recuperación del balón después de que un pase directo en el que el rival ha conseguido el primer contacto, algo que ha demostrado tener impacto contra oponentes que permanecen en un bloque bajo, y aquellos que sobresalen en construir juego bajo presión.

Como estrategia defensiva, Klopp también ha alentado una presión más alta (arriba), más allá de su enfoque de presión tras pérdida, que se basa en el mantenimiento de la presión contra rivales que prefieren una salida en corto desde atrás.

Si bien la plantilla del Liverpool tiene jugadores capaces de aplicar un bloque bajo estable, su presión alta se ha vuelto más habitual y más exitosa. En esta situación, los extremos presionan por dentro a los centrales rivales y, de ser necesario, también al portero. El delantero centro, por su parte, se retrasa para la vigilancia sobre el pivote en mediocampo rival y detrás de la línea de ataque los centrocampistas dan apoyo y marcan hombre a hombre. Una secuencia acompañada por los laterales, quienes permanecen listos para avanzar ante quienes tienen al frente. Como ya ocurrió en el Dortmund, este enfoque de presión a menudo restringe a sus rivales al juego por bandas.

Del mismo modo que la llegada de nuevos jugadores ha aumentado el potencial en el ataque, también les ha proporcionado una fortaleza defensiva muy destacada. Los futbolistas del mediocampo, como Fabinho, ofrecen la misma energía en ataque como en defensa, Alisson juega con seguridad cuando tiene que salir de la portería y Van Dijk tiene tanta autoridad en los duelos aéreos que se ha vuelto indispensable en el corazón de la defensa Red.


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